RESEÑA
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El
Liceo fue creado en la Venezuela Petrolera, por decreto del entonces
Presidente de la República, Eleazar López Contreras, el 12 de septiembre de
1936, bajo la denominación de Instituto de Formación Secundaria “Fermín
Toro”. Transcurrió sus primeros diez años en lo que se llegó a llamar “La
Casona”, una casa habilitada con fines educativos, ubicada entre las esquinas
de Reducto a Glorieta en la Av. Lecuna. Su primer Director durante ocho años
(hasta 1943) fue el Dr. José Francisco Reyes Baena, ilustre educador
venezolano. A él lo sucedería en el cargo el Dr. Héctor Guillermo Villalobos,
otro venezolano destacado como historiador y poeta, precisamente autor del
Himno del Liceo Fermín Toro de Caracas.
El
arquitecto Cipriano Domínguez por mandato del Presidente Medina Angarita
(1943-1945) es el autor de la obra modernista que resultaría ser la sede
oficial del Liceo “Fermín Toro de Caracas a partir del 15 de diciembre de
1946 hasta el presente. Vale destacar que esta institución no sólo tiene una
larga trayectoria de 74 años de vida sino que en su devenir ha sido
significativa su beligerancia como cuna de movimientos estudiantiles de
importancia dentro de la historia política del país.
Por
su parte, la Juventud Comunista (JC-PCV) tenía círculos de estudios donde se
leían las obras de Karl Marx y
Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) y desde estos comités se hizo resistencia
clandestina al gobierno de Pérez Jiménez. Como los regímenes militares viven
temerosos de ser revocados el sector estudiantil en las universidades y el
pueblo en general era muy vigilado, controlado y asediado. En particular, el
“Fermín Toro” lo era aún más por su ubicación estratégica y de tanta
proximidad al Palacio de Gobierno (Miraflores). Al respecto, fue reseñado en prensa[2] que los
estudiantes comenzaban a silbar desde que salía la caravana presidencial y
descendía por la calle donde está ubicado el plantel. Durante ese tiempo el
liceo era más que vigilado, aún así, la juventud fermintoriana continuaba su
conspiración clandestina y ello se transparentó el 14 de febrero del año 56
en la celebración del día de la juventud con protestas al régimen. Entonces,
tres días después de tal evento, el dictador emitió un decreto para que el
liceo fuese clausurado. Fue así como se desmanteló su mobiliario, se reubicó
al estudiantado y al profesorado, (pasando al servicio del Ministerio de la
Defensa) y reubicándoseles en las instalaciones de la Escuela “Miguel Antonio
Caro”. Así, con el remanente fermintoriano se crearon, allá en la Av. Sucre,
el Provisional Nº 1 (con exfermintorianos que estaban estudiando 1ºó 2º) y el
Provisional Nº 2 (con fermintorianos que estaban estudiando 3º ó 4º año)[3].
Respectivamente, los Provisionales se convirtieron en el Liceo Militar “Gran
Mariscal de Ayacucho (ubicado en Caricuao hoy en día) y el Carlos Soublette
(ubicado en San Bernardino hoy en día). En tales circunstancia, la lucha
política continuaba, hubo incluso una intentona de golpe el 21 de noviembre
de 1957 donde también participó la juventud rebelde del Fermín Toro y de allí
la celebración del día del estudiante universitario). Hasta que por fin,
después de días de protesta, el 23 de enero de 1958 el pueblo unido a los
estudiantes y a la Juventud Comunista desbordó las calles con su protesta y
el dictador huyó y se asiló en España, donde murió años después. Comienza
entonces la era democrática con el puntofijismo que mantuvo la represión e
incluso la incrementó. En el caso de los jóvenes fermintorianos ellos vieron
frustradas las promesas de los políticos “democráticos” y mantuvieron su
lucha y protesta en contra de esos gobiernos.
A la par de la formación política, el estudiantado del Liceo se
destacaba por la actuación deportiva y en las artes. En lo deportivo siempre
mantuvo rivalidad con el Liceo Andrés Bello, la disciplina más practicada fue
el atletismo. En las artes pasó a realizar en la actual sede la primera
exposición de jóvenes pintores venezolanos en 1961, participando artistas
como Mateo Manaure, Alejandro Otero, Omar Carreño, entre otros. De igual
manera se destacó en las artes escénicas con el grupo de Teatro Circular y el
Teatro Experimental, este último fue creado por el profesor Alberto de Paz y
Mateos. En dicho grupo participaron Román Chalbaud y Nicolás Curiel, Flor
Núñez, José Ignacio Cabrujas, entre otros. La coral del Fermín toro fue
creada por Juan Bautista Plaza en 1936, posteriormente fue dirigida por el
Strauss de la guitarra Antonio Lauro quien dirigió además la del Liceo Luis
Razetti y la Normal Gran Colombia; también estuvieron al frente de esta
organización musical Inocente Carreño, Andrés Sandoval, Servio Tulio Marín y
Orlando Sandoval. De manera que las menciones en el Liceo son la continuidad
de un trabajo iniciado hace mucho tiempo y que había quedado de lado al
distorsionarse el espíritu combativo por otro destructivo. En las
celebraciones de carnaval era típico ver desfilar por las calles de El
Silencio a las reinas del Fermín (entre ellas Belén Marrero, reconocida
actriz venezolana) acompañadas por los demás estudiantes, también se
celebraba en grande cada quinquenio quedando en la institución un registro
fotográfico donde se aprecia la participación de los Ministros de Educación y
Presidentes de turno. En consecuencia, la calidad de educativa de este Liceo
durante más de tres décadas fue reconocida por todos sus egresados, por los
caraqueños en general, en el interior del país e incluso, a nivel
internacional. Definitivamente, el Liceo “Fermín Toro” era emblemático.
Pero
la debacle llegó paulatina y progresivamente al “Fermín Toro”, especialmente,
a partir de la década de los 90’, todo un pasado de grandeza sucumbió a la
desidia y al abandono. Esta situación se mantuvo así hasta el año 2004-2005
cuando el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael
Chávez Frías, junto al Ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz,
emprendieron la tarea de reconstruirlo con nuevo proyecto humanista donde se
enfatizaría la cultura como una vía a la pacificación y creación de
conciencia. Luego de un proceso de inducción y reajuste institucional, el 24
de enero del año 2005, comenzaron las actividades con los estudiantes bajo la
orientación de un proyecto piloto inédito en el país de formación en
menciones artísticas, de ciudadanía y de rescate de nuestro acervo cultural.
Al mismo se le denominó Proyecto de Liceo Bolivariano de Formación Cultural
“Fermín Toro”.
Este
es el mismo Proyecto que aun contra viento y marea se ha mantenido hasta el
presente, en un ir y venir cuyo logro más relevante ha sido el haber
transformado el lenguaje de la violencia por el lenguaje de la esperanza. El
proyecto como tal contempla la acreditación en Educación Media General
Integral en Formación Cultural en las menciones: Artes Culinarias, Artes
Escénicas, Artes Visuales y del Espacio, Artes Musicales, Promoción del
Acervo, Conservación del Patrimonio Cultural y Ciudadanía Ambiental. El plan
de estudio se estructura en áreas y las menciones que se trabajan con la
metodología de proyectos y seminarios.
En
cuanto a la matrícula escolar, esta se ha mantenido con ciertas
fluctuaciones. En la actualidad es de 560 estudiantes, quienes provienen de
diversas zonas de la ciudad. En tal sentido, no es casual que se diga que en
el “Fermín Toro” converge Caracas. Cabe destacar además, que aproximadamente
un 35% de la población estudiantil proviene de la parroquia 23 de Enero, una
de las más emblemáticas y aguerridas de la ciudad pero también una de
las más vulnerables de Caracas, por sus altos niveles de delincuencia y de
circulación de drogas.
Por
otro lado, es importante destacar que el modelo educativo ofertado en el
plantel rompe con la estandarización educativa al crear varias opciones de
formación. Dentro de las cuales, además, no hay criterios de exclusión, sin
embargo a este respecto, por puras razones de orientación vocacional, se
espira en los años futuros recibir a los estudiantes cuya inclinación se haya
diagnosticado previamente hacia las menciones que la institución ofrece.
Finalmente,
haciendo un balance crítico del acontecer del LBFCFT tras cinco años de
ejecución, se observa que ha tenido poca
incidencia en la transformación del espacio inmediato, en cuyos objetivos se
avizoraba la concreción de un corredor cultural de exposición de la expresión
artística de los estudiantes. Contrariamente la planta física se ha
deteriorado, hay escasa o no existe integración con las organizaciones
comunitarias, el corredor cultural está tomado por la indigencia, el vicio,
la inseguridad y degradación ambiental. Asimismo, es muy lamentable el hecho
de que por medio del diagnóstico comunitario (realizado en el entorno con los
estudiantes y docentes), se evidenciara que se desconocía a la comunidad
fermintoriana. Es decir, que los vecinos no tienen conocimiento del proyecto
cultural del “Fermín Toro” y en la opinión pública el estigma de violencia en
la institución está todavía muy arraigado. Por tal razón, los parroquianos no
inscriben a sus hijos en el plantel.
En consecuencia, para alcanzar los objetivos planteados se hace
necesario superar las limitaciones anteriores, sin perder de vista la
orientación primordial de inclusión, replanteando el proyecto desde una
investigación científica y contextualizadora de la verdadera realidad
institucional. Contando para ello con participación de todos los actores
que forman parte de esta institución educativa y su entorno. En tales
términos, el desafío sigue siendo el mismo, la formación de los republicanos
y republicanas que el país necesita, con su participación protagónica, con
sentido de pertenencia y con plena consciencia de ser hacedores de su propia
historia.
[2] Santana, E. (1958).
“Durante la dictadura el liceo Fermín Toro se mantuvo en pie de lucha”. En El
Universal, 15 de noviembre de 1958.
Tomado de: lbfcfermintoro.blogspot.com
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